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Domingo, 24 Noviembre 2013 00:00

Carta: "La palabra es un pájaro"

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La Palabra es un pájaro

 

Carta de Lety Ricárdez a sus niños de la Escuela Múgica
Lectora Voluntaria del Programa Seguimos Leyendo
De la Fundación Harp Helú en Oaxaca
Participante en el Curso de Leescritura que imparte en Oaxaca
La maestra Raquel Olvera  a través de su Método de Desbloqueo

 

Concluye mi tiempo contigo y antes de separarnos, quiero dejarte algo diferente a otras tardes. Hoy no vine a leerte un cuento. Hago patente nuestro amor por las palabras, y esta vez, utilizo las propias, en lugar de tomar prestadas las de alguno de nuestros autores preferidos.

Imagínate (y te anticipo desde ahora, que esta es una palabra mágica) Imagínate pues, una niña o un niño que ama las palabras, de una, de dos, de tres sílabas y más. Que las piensa de colores verde amarillo y naranja, o con sabor a frutas o a dulces comprados en el recreo. Que siente que una palabra sola, sin otra que la acompañe, es una palabra enferma de tristeza. Que le gusta enlazarlas como si fueran collares, o hacerlas girar como un trompo. Un niño o una niña que colecciona las palabras en la mente como si fueran postales de lugares que no conoce y quiere conocer algún día. Que cada día tiene más y más palabras, tantas y re—tantas que hasta le duelen, que se le caen encima, que ya no caben en la jaula donde las guarda y que de pronto, se da cuenta de que cada palabra es un pájaro que no puede cantar porque lo tiene encerrado y amontonado. Tan amontonado que ya no puede estirar las alas y se le están entumiendo. Pronto olvidará que alguna vez nació para volar. Ahora nuestra niña o niño, se angustia porque sabe que sus hermosos pájaros pueden morir. Entonces decide abrirle la jaula a algunas de sus palabras y escribe:

“Dicen que volar es mágico. Algunos pájaros lo saben. Si los encierran se mueren. Otros no.”

Nuestro niño o niña ahora está feliz, porque pudo abrirle la jaula a algunos de sus pájaros.

¿Verdad que hay pájaros que aprenden a vivir dentro de una jaula?

¿verdad que debe ser triste vivir así?

Pues todos tenemos pájaros en el alma y podemos decidir cómo van a vivir nuestros pájaros. Las palabras, nuestra capacidad de reunirlas para que formen frases, párrafos o historias nos hacen diferentes. Sólo nosotros los seres humanos podemos hablar verdaderamente. Los animales, y eso sólo algunos de ellos, poseen un lenguaje limitado, casi siempre de señas o sonidos guturales, sólo loros y pericos aprenden a repetir. Pero los animales no pueden hablar como nosotros. Nunca aprenderán a leer y mucho menos a escribir. Sin embargo hay hombres que a través de lo que escriben hacen hablar hasta a los animales, esas historias se llaman fábulas, las que ya hemos leído juntos, y tú sabes que ahí, los animales hablan sin parar.

Hablar, leer, escribir, son tres capacidades que deben ir una detrás de la otra. Tomarse de la mano y no separarse más. A esas tres capacidades les sigue otra, una que es tan importante como las anteriores. Tan valiosa como las otras tres juntas y te voy a contar cuál es.

Lo primero que escribió nuestra niña o niño, fue igual que abrir la jaula a sus pájaros, pero todavía estaban ahí, asomando el pico a través de la puerta abierta. Tenían miedo de irse, porque no recordaban el vuelo, esa hermosa sensación de liberarse del peso, de tender las alas y dejarse llevar por el viento. De llegar tan lejos como quisieran ir. Y es entonces cuando nuestro niño o niña, entendió cual es la otra capacidad que no ha ejercitado: 

“Mostrar lo escrito es desasirse del miedo. Es igual que volar”

Y ahora si, nuestro niño—niña escribe esto, y comparte con sus amigos lo que escribió y escribe más y más, y cuenta, y lee también. Si ve un a película sabe narrarla tan bien que sus compañeros sienten que fueron ellos quienes la vieron, puede hablar de lo que quiera, de un partido de futbol, de un cuento que leyó, puede inventarlos también, y lo hace una y otra vez, y se da cuenta que mientras le abre la puerta a más palabras, muchas más llegan para habitar su jaula, porque ahí es donde los nuevos pájaros aprenden todas las estrategias del vuelo, para llegar más allá de donde nunca pensaron ir, así que verdaderamente feliz, nuestra niña o niño escribe otra vez:

“La palabra es un pájaro. Hace nido en la boca. Vuela.”

Te he escrito esta carta para decirte que por favor tengas presente , que tú ya tienes una relación fuerte con las palabras. Que recuerdes que ya has aprendido a volar y sólo necesitas practicar el vuelo.

Lety Ricárdez

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