Reseñas bibliográficas

LIBROS INFANTILES Y DE FOMENTO A LA LECTURA
Nuestras reseñas bibliográficas han sido realizadas tanto por los coordinadores del programa, como por nuestros lectores voluntarios. Estas reseñas son tanto de Libros Infantiles, como de Libros especializados en fomento a la lectura. Los libros reseñados son parte de la reserva bibliográfica con que cuenta el Programa Seguimos Leyendo, misma que puede ser consultada por nuestros lectores voluntarios a través de nuestros coordinadores de lectura.

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Martes, 01 Octubre 2013 00:00

El árbol rojo

Escrito por

El árbol rojo Título: El árbol rojo
Autor del libro: Shaun Tan
Editorial: Bárbara Flore Editora
Edad recomendada: de 8 años en adelante.
Reporte realizado por: Hugo Cuevas

El árbol rojo es un libro álbum que aborda el tema de la esperanza a través de su contraparte: la desilusión, la soledad, el sin sentido.

Es la historia de una pequeña que camina sin ilusión por la vida, a lo largo de las páginas andará por distintos escenarios, siempre sola, todos ellos caóticos, grises, carentes de sentido. Sin embargo, al final del día y del libro, esta niña parece contemplar desde otra perspectiva la vida y descubre que la esperanza siempre ha estado ahí, al lado de ella, en cada momento, en lo más simple.

Resulta interesante leer al propio Shaun Tan hablar de su libro en la página: www.shauntan.net

El Arbol Rojo es una historia, sin ningún tipo de narrativa en particular, una serie de distintos mundos fantásticos con imágenes independientes que invitan a los lectores a sacar su propio significado en ausencia de cualquier explicación escrita. Como concepto, el libro está inspirado en el impulso que tienen niños y adultos por igual para describir sentimientos usando como metáfora los monstruos, las tormentas, el sol, el arcoíris y así sucesivamente. Más allá del tópico, he buscado ilustraciones que puedan seguir explorando las posibilidades expresivas de este tipo de imaginación compartida, que podría ser a la vez extraño y familiar”.

Una niña sin nombre aparece en cada imagen, un sustituto de nosotros mismos, ella pasa sin ninguna ayuda a través de muchos momentos oscuros, pero finalmente encuentra algo esperanzador al final de su viaje.

El Arbol Rojo empezó como una narrativa experimental más que cualquier otra cosa: la idea de un libro sin historia. (…) Estoy cada vez más convencido de que la ilustración es una poderosa vía de expresión de sentimientos, tanto como las ideas, en parte porque está fuera del lenguaje verbal, y muchas emociones son difícil de expresar con palabras. Pensé que podría ser interesante crear un álbum ilustrado que tratase sobre las emociones, sin encuadrarlas en ningún contexto argumental, en cierto sentido va “directo a la fuente”.

Lo que resultó después de muchos garabatos fue una serie de paisajes imaginarios sólo conectados por un mínimo hilo de texto y la silenciosa figura de la niña en el centro de cada uno, con los que el lector es invitado a identificarse. Al principio ella se despierta encontrando hojas ennegrecidas cayendo desde el techo de su dormitorio, amenazando con acabar con su silencio. La niña camina por la calle, eclipsada por la sombra de una gran pez que flota sobre ella. Se imagina a sí misma atrapada en una botella lavada en una orilla olvidada, o perdida en un paisaje extraño. Es capturada en una pequeña embarcación por buques a punto de chocar, y después de repente está en un escenario ante un misterioso público, sin saber qué hace

Algo así como si toda esperanza estuviera perdida, la niña vuelve a su dormitorio y encuentra una pequeña plantita roja creciendo en el centro del suelo. La plantita crece rápidamente convirtiéndose en un árbol rojo que llena su habitación de una cálida luz.

Cada imagen está abierta a varias interpretaciones por la ausencia de una descripción que las acompañe. Cada “mínima” historia nos recuerda que así como los malos sentimientos son inevitables, siempre pueden ser atemperados por la esperanza.

En su origen, estaba planeando hacer ilustraciones sobre los tipos de emociones: miedo, alegría, tristeza, asombro y así sucesivamente. Pero cuanto más trabajaba en ello, cuanto más encontraba emociones negativas (sobre todo sentimientos de soledad y depresión) eran mucho más interesantes desde un punto tanto personal como artístico. No es que sea una persona infeliz, es sólo que esas ideas parecen ser en última instancia las que provocan mayor reflexión.

Los lectores me han preguntado a veces por qué mi imaginario es a menudo tan oscuro, y pienso que es por eso. Estoy más atraído por aquellas cosas que no son siempre las correctas, como la injusticia social y ecológica de Los Conejos, o la apatía social en La Cosa Perdida, o algunas ideas sobre la auto-destrucción en 
El Telespectador. Encuentro estos temas artísticamente atractivos, quizás porque están sin resolver, como un puzzle.

Al mismo tiempo, disfruto de hacer un trabajo festivo (El Arbol Rojo lo es en última instancia) pero cualquier significado aparente está siempre rodeado de incertidumbre. El árbol rojo puede florecer, pero también se morirá, de modo que nada es absoluto o definitivo; tiene que haber un reflejo fiel de la vida real, como algo que está continuamente en busca de una resolución”.

 

Leído 2116 veces Última modificación Martes, 28 Enero 2014 10:43

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