Título: La magia de leer
Autor del libro: José Antonio Marina y María de la Válgoma
Editorial: Plaza Janés
Reporte realizado por: Hugo Cuevas
“Leer es una urgente necesidad pública y privada. La vida humana transcurre entre palabras. Nuestra inteligencia es lingüística y nuestra convivencia, íntima o política, también. Este libro es una introducción poética, científica y práctica a la lectura. Un manual para padres, maestros, profesores y lectores curiosos.
Pero es, ante todo, un libro de magia. Mezcla recetas y consejos para lograr encantamientos prodigiosos.”
Con este libro, los autores pretenden despertar el interés por el hábito de la lectura. La lectura, dicen los autores, es una magia que se manifiesta cuando aprendemos a leer. Leer es conseguir la llave para entrar en un mundo nuevo, un mundo de poder y libertad.
Es un libro con un lenguaje sumamente sencillo, muy fácil de entender y muy esclarecedor de los mecanismos de apropiación del lenguaje y la lectura, insertos éstos en el ser social que es el hombre y su cultura. Desde mi punto de vista, este libro debería ser aquél que nadie debe dejar de leerlo.
RESUMEN
A modo de “resumen” dejo aquí algunas ideas planteadas en el libro:
Leer es descifrar cualquier tipo de signo. Habitamos en un bosque de signos. Nuestro modo principal de conocer la realidad es leyéndola. En este sentido, la Naturaleza entera es un gran libro.
Se habla mucho del desencantamiento del mundo, y encantarlo de nuevo resulta un imprescindible proyecto. La lectura es una gran pacificadora.
La magia del lenguaje .
La poderosa magia de la lectura se funda en dos magias previas e imprescindibles: la del lenguaje y la de la escritura.
Todo lo que tiene que ver con el lenguaje es desmesurado y misterioso, es a la vez trascendental y rutinario.
La realidad entera quedó encerrada en las palabras, se hizo manejable, transmisible.
Lo más llamativo de las palabras no es que representen el mundo, sino que provoquen sentimientos reales. Los antiguos tratadistas definían a la retórica como el modo de despertar las emociones mediante las palabras.
Aprender a leer proporciona una alegre sensación de poder y de libertad. Ser analfabeto es un modo de esclavitud, de parálisis o de ceguera.
La pasión que los hombres han sentido por oír contar historias quedaba cumplida gracias a los libros. De su páginas salían personajes, aventuras, alegrías y desdichas, oleajes que zarandeaban el corazón del lector, suspendiendo su ánimo, hasta que, emocionado por lo que las palabras decían, era incapaz ya de distinguir claramente la realidad de la ficción.
La lectura es una actividad emancipadora.
Los hombres, en todo tiempo y lugar, han disfrutado con la poesía, con las narraciones y con los conocimientos.
Los grandes sentimientos parecen exigir altas elocuencias.
La escritura poética produce la euforia de la posibilidad mágica. Todos buscamos el bienestar, pero, también, la ampliación de nuestras posibilidades vitales. La literatura nos proporciona ambas cosas: amplía las posibilidades del leguaje, las posibilidades de la narración, las posibilidades de la mirada, as posibilidades del sentimiento.
El segundo aspecto propio de la poesía es la intensidad.
En poesía el lector tiene que proporcionar la pólvora para que las palabras disparen su significado.
El poeta nos enseña a mirar la realidad. El poeta saca del anonimato a las cosas.
La última característica de la poesía es que las palabras, el modo de expresar, la musicalidad, no desaparecen al comprender el contenido, sino que permanecen vivas manteniendo la separación entre lo dicho y la manera de decirlo.
La euforia de la posibilidad, la intensidad, la novedad de la mirada, que nos brinda una realidad transfigurada, y el encantamiento por la expresión. Éstos son los rasgos del hechizo poético.
¿Por qué leemos novelas?
Somos insaciables consumidores de emociones. Somos adictos al estremecimiento, pero nos horrorizaría estar siempre estremecidos.
¿POR QUÉ SE HA PERDIDO LA MAGIA DE LA LECTURA?
La televisión se ha convertido en la gran disuasoria de la lectura.
Según los expertos, la televisión hace que los niños se conviertan en aprendices pasivos. Fomenta una pasividad tentadora y confortable, un letargo acogedor.
El atractivo de una actividad es el resultado de dividir el placer que produce por el esfuerzo necesario para conseguirlo.
Debemos aumentar nuestra satisfacción de lector, si queremos contrarrestar el hechizo de la imagen. Para lograrlo no podemos competir en el mismo registro emocional.
La emoción de la lectura tiene que ver con el texto y también, con el contexto. Proporciona un fulgor nuevo a la realidad.
Para enseñar a leer tenemos que enseñar a comprender. ¿Y cómo se hace esto? El niño tiene que poseer en su cabecita muchos modelos del mundo que le permitan suplir los vacíos del texto. En una frase no está contenido ningún significado. Sólo hay un conjunto de pistas, de indicios, que permitirán al lector reconstruir el sentido.
Comprendemos a partir de una memoria activa, que hace hipótesis e intenta comprobarlas. Así pues, la pasividad y la ignorancia son grandes barreras para la comprensión.
Es el conjunto de conocimientos que se tienen lo que proporciona recursos cognitivos para entender lo que es nuevo o complejo en el texto.
La compresión está también influida por la cantidad de lecturas que realizan. Emerge una dinámica expansiva, un círculo virtuoso. La habilidad para leer hace que los niños lean más, y los niños que leen más muestran cada vez más habilidad para comprender.
La habilidad para leer es una condición necesaria para adquirir el gusto por la lectura y leer mucho es a su vez condición para adquirir la capacidad de compresión.
¿POR QUÉ HEMOS DE RECUPERAR LA MAGIA DE LA LECTURA?
La lectura frecuente es el mejor medio que tenemos para adueñarnos del lenguaje y sus creaciones. La riqueza léxica, la argumentación, la explicación, la expresión de los propios sentimientos, la comprensión de los ajenos, la libertad de pensamiento, se adquieren a través de la lectura. Hay que leer para adueñarse del lenguaje. Es importante fomentar porque así se facilita el apoderamiento.
¿Por qué y para qué necesitamos adueñarnos del lenguaje? Hay tres razones: - Porque nuestra inteligencia es lingüística - Porque el fondo de nuestra cultura es lingüística - Porque nuestra convivencia es lingüística
La inteligencia humana es lingüística. No sólo pensamos mediante conceptos, que están empalabrados, sino que manejamos mediante palabras nuestros mecanismos intelecturales: la memoria, la planificación, la acción voluntaria. “El hombre es un diálogo interior”, escribió Pascal. El lenguaje no es sólo un medio para comunicarnos con los demás, sino para comunicarnos con nosotros mismos.
La reflexión es otro de los mecanismos lingüísticos de la inteligencia.
La palabra es la gran iluminadora de nuestra intimidad.
Las palabras son la materia de la que están hechas nuestras vidas. Lingüísticamente habita el hombre la tierra. Ser significa comunicarse. Pensamos con palabras y nos pensamos con palabras. La conciencia está ligada al hemisferio lingüístico.
El lenguaje alumbra –ilumina y da luz- a nuestra inteligencia.
La cultura es lingüística y se transmite lingüísticamente.
La libertad es una creación cultural transmitida a través del lenguaje.
El lenguaje es la gran herramienta que nos permite controlar nuestra conducta, es el fundamento de la libertad.
Sabe muchas palabras para hacer el mundo transitable. Una palabra inventada es un camino nuevo para atravesar la realidad.