Título: Que nos hace leer así
Autor del libro: Genevieve Patte
Editorial: Fondo de cultura económica
Año: 2012
Lugar: España
Edad recomendada: 18 en adelante
Reseña realizada por: Vanessa Aguilar Ruiz
¿Qué los hace leer así? Los niños, la lectura y las bibliotecases pues una crónica apasionada de cómo la pequeña biblioteca de Clamart ha ido creciendo hasta nuestros días, pero también de muchos otros proyectos y experiencias que llevaron a Patte hasta otras bibliotecas y territorios. La autora nos hace partícipes de su entusiasmo por esos espacios de lectura y nos muestra cómo un proyecto puede crecer gracias a la implicación y al interés por conocer mejor los espacios de trabajo, pero también los objetos y sujetos que lo componen. De ahí la importancia del subtítulo, puesto que el libro nos hablará de eso: de las bibliotecas como espacios de lectura, de relación y de experiencias intensas, y de los libros y los niños como ejes de esa interacción.
A lo largo del libro, Patte va configurando su concepto de biblioteca infantil. Un espacio que va mucho más allá de un simple lugar donde ir a coger un libro o a hacer los deberes y que al mismo tiempo, es mucho más simple: basta con “un canasto de libros bien elegidos y con niños a quién mostrárselos”. La biblioteca, asegura, se afirma como un observatorio de prácticas lectoras y como un espacio potenciador de experiencias auténticamente literarias; es ese lugar donde el niño puede probarlo todo, donde el lector aprendiz toma poco a poco consciencia de qué es lo que le gusta y lo que no; es el lugar de los despertares, de los comienzos y para que ello ocurra debe configurarse como un espacio afectivo, en el que se alienten los encuentros entre personas y en el que se potencie el contacto personal y el placer de compartir. Es un espacio al que no se llega sólo a tomar o a recibir, sino a participar y a intercambiar y por eso necesita de una forma de vida muy particular y activa. Debe ser informal y flexible e interesarse por las necesidades, gustos y aspiraciones de sus pequeños lectores. La bibliotecaria tiene que estar siempre disponible, a ella le toca recibir las preguntas y también provocarlas. Su mayor preocupación debe ser la de hacer participar a sus pequeños usuarios y la de acercarse allí donde es difícil que los libros lleguen, saliendo de las cuatro paredes del edificio, desembarcando -como le recomienda Diatkine- allí donde los libros no son esperados.