Reseñas bibliográficas

 

Con esta frase de uno de los periódicos más importantes del mundo comienzo con esta recomendación.
Cuando lo vi en el catálogo de LoQueLeo me atrajo la portada, los colores y la figura del niño fantasma (quienes trabajamos con niños y niñas, sabemos que éste, al igual que las brujas, ogros, lobos, caperucitas, es un personaje entrañable).
La historia empieza así: “Éste es Leo. No todos lo pueden ver. Pero tú sí. Leo es un niño fantasma”. Aquí siento y veo que es la primera invitación directa del libro hacia los lectores.
Leo vive en una casa abandonada desde hace mucho, un buen día, una familia se muda a ella, Leo prepara té de menta y galletas para darles la bienvenida, él se siente solo, pero los recién llegados no lo toman de buena manera y tampoco le gustan los fantasmas. Leo prefiere irse, y camina por su ciudad, sigue siendo suya, aquella donde nació, pero ha cambiado, es otra época, otros tiempos. De pronto, llega a una casa, en ella vive una niña que sí puede verlo, su nombre es Jane, Leo se sorprende, ella lo invita a jugar, es la primera vez que alguien lo mira y considera parte de realidad. Jane y Leo se hacen grandes amigos, la mamá de Jane cree que ella continúa con amigos imaginarios. Pero un buen día, un ladrón entra a la casa y pretende robar, Leo, como buen amigo, se pone una sábana y lo asusta. (Otro recurso donde los niños y niñas asocian a los fantasmas con una manta blanca). Finalmente llega la policía y lo atrapa, Leo le dice la verdad a Jane:
-Jane, te mentí. Soy un fantasma. Te dije que era tu amigo imaginario pero no es cierto. Sólo soy tu amigo de verdad.
-¡Ah, bueno! –dijo Jane-. Eso está mucho mejor.
Una entrañable historia de amistad y del mágico lugar que es la infancia. Lleno de ilustraciones azules, negras, grises, y, además, de alto valor estético.